Te lo cuento claro: el desempleo juvenil en España está bajando a mejor ritmo que la media general. Eso suena bien, ¿no? Pero ojo, porque los jóvenes siguen siendo el 60 % del total de parados. O sea, aunque las cifras mejoran, la situación para los menores de 25 sigue siendo dura, y no basta con mirar el descenso, hay que mirar quién carga con el peso.
La buena noticia es que la tasa de paro juvenil, entre menores de 25 años, ha bajado hasta situarse alrededor del 24 %, una ligera mejora respecto a meses atrás cuando estaba en torno al 25 %. En cambio, la tasa general de paro ronda el 10 %, lo que indica que el descenso en los jóvenes es más pronunciado. Pero, como te decía, casi tres de cada cinco parados tienen menos de 25 años. Y eso no es un dato baladí: es una señal de que el mercado laboral sigue siendo muy selectivo, y que los jóvenes son los primeros en pagar el peaje.
De forma realista, esto podría significar que parte del descenso en la tasa es porque más jóvenes abandonan la búsqueda activa (se frustran o estudian más, o se van al extranjero), o que se están incorporando a empleos de muy baja duración. En paralelo, la afiliación a la Seguridad Social ha alcanzado un récord (más de 21,8 millones), y el paro general ha bajado a mínimos desde 2008. Pero aun así, el peso juvenil en el desempleo sigue siendo altísimo.
Qué está pasando de fondo
Si nos fijamos bien, vemos que hay dos tendencias. Una, el empleo crece considerablemente: en verano España ganó más de 76.000 trabajadores y alcanzó 21,86 millones de afiliados, un registro histórico. El paro cayó en casi 49.000 personas, marcando un nivel que no veíamos desde 2008. Eso es una remontada sólida, sí.
Pero la otra tendencia, la del desempleo juvenil, es más tibia. Aunque ha descendido hasta el entorno del 24 %, sigue estando muy por encima del promedio europeo, que ronda el 15 %. Y además arrastra varias contradicciones: muchos jóvenes que sí se emplean lo hacen en sectores precarios, a tiempo parcial, o con salarios bajos. Eso hace que, aunque la tasa caiga, su realidad siga siendo inestable.
La clave está ahí: aunque el descenso rápido de su tasa parece una victoria, sigue siendo alarmante que representen el 60 % del paro. Es como bajar cuesta abajo, pero sin que te libras del peso de la carga. El empleo no es solo cuestión de números absolutos, sino también de calidad, estabilidad y oportunidades reales para progresar.
Lo que esto significa para ti
Si estás pendiente de cómo va la situación laboral, esto es lo esencial:
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El paro juvenil baja más rápido que el general, eso es una buena señal.
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Pero los jóvenes siguen siendo la mayoría del desempleo, lo que habla de un desequilibrio estructural.
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El empleo total está en máximos gracias a sectores como hostelería y comercio, pero muchos jóvenes entran en este mercado de forma inestable.
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Si aspiras a que tu futuro mejore, necesitas más que una caída estadística: hace falta empleo de calidad, políticas que apuesten por contratos dignos, formación efectiva y planes reales de emancipación.
Es importante que esto lo leas sin alarmismos, pero tampoco con optimismo exagerado. Hay días que impactan positivamente por esas cifras de empleo, y otros en que pesa la realidad que aún viven los jóvenes. Sin embargo, el dato de que la tasa descienda más rápido entre ellos es un rayo de esperanza. Eso sí, no sirve fijarse solo en las cifras globales, hay que mirar quién sigue fuera y por qué.
En definitiva, que el paro general baje a entorno del 10 % y el juvenil al 24 % indica un progreso. Pero no es suficiente. Hasta que no se reduzca su peso relativo en el desempleo, no podremos hablar de una recuperación realmente inclusiva. Y mientras tanto, vulnerables como ellos lo siguen siendo.